Esencia de la tarea
Esta tarea tiene en vista preparar la versión del bosquejo o manuscrito que llevarás contigo al púlpito. De cara al momento de la exposición y a tu manera de hacerla, esta versión del documento puede tener algunas características particulares que también requieren preparación.
Descripción detallada
Como mencioné en el artículo introductorio, dado que predicar encierra tanto la tarea de autor como la de artista / intérprete, es posible que el sermón que escribiste como autor todavía necesite algún retoque para que esté listo para uso del artista. Esto dependerá mucho de cómo trabajes y cuáles sean tus preferencias y tus destrezas particulares. Pero en todo caso, lo importante es darse cuenta de que no siempre el formato del documento tal y como sale por defecto de tu procesador de textos va a ser el que mejor te servirá.
Trabajes con un bosquejo o un manuscrito, posiblemente necesitarás hacer alguna pequeña modificación para uso en el púlpito. A continuación, algunas ideas…
Para hacer
- Fuentes grandes. Ayuda mucho, por ejemplo, imprimir el documento con un tamaño de fuente que se pueda ver con facilidad sobre el púlpito. En mi caso particular, suelo componer el manuscrito final en MS-Word con el texto a 11 o 12 puntos. Esto me es útil a la hora de escribir, porque me deja ver varios párrafos de texto a la vez y de esta manera me sitúo mejor en el desarrollo lógico de lo que estoy redactando. Sin embargo, en el púlpito, ver texto a 11 o 12 puntos es un sufrimiento y me cuesta más mantener el contacto visual con la congregación. Por esa razón, una vez el sermón está completamente redactado, paso todo el texto a 16 o 17 puntos para así verlo mejor. También suelo achicar, en varios milímetros, el tamaño de los márgenes para no tener tantas hojas, ya que el tamaño del texto ha aumentado.
- Enumerar las páginas. Si el procesador de textos ya tiene enumeradas las páginas al pie de cada hoja mejor. Si no, es momento de hacerlo, para que no te encuentres en el púlpito estresado por si cada hoja sigue correctamente a la anterior.
- Resaltados. Me es muy útil, tanto a nivel de saber qué destacar, como a nivel de ubicarme con mayor rapidez en el manuscrito, resaltar con un rotulador amarillo (o tu color preferido) ciertas frases y oraciones. Si resulta que me encuentro haciendo mis últimos repasos con el manuscrito todavía en pantalla, también puedo resaltar directamente en Word.
- Secciones a sacrificar si me veo corto de tiempo. En algunas iglesias, ceñirse al tiempo reservado para la predicación es de mucha importancia. Sin entrar en una discusión sobre si esto es deseable o no, el asunto es que una audiencia que ya sabe que el culto acaba a una cierta hora señalada puede dejar de prestar atención o puede volverse un tanto molesta con el predicador si uno se pasa. Mejor acabar a tiempo. Por esa razón, si tengo la idea de que mi sermón puede superar el tiempo del que dispongo, a veces en mis últimos repasos marco oraciones, párrafos o secciones enteras que podrían suprimirse en caso de que sea necesario. De hecho, en muchas ocasiones, hasta me he dado cuenta que esas porciones quizás no hacían tanta falta como pensaba. Es más, al quitarlas, el sermón incluso ha ganado algo en dinamismo.
- Marcas de énfasis, pausas, etc. También al repasar, suelo subrayar ciertas palabras y poner signos de admiración al lado de otras. En algunos casos me escribo indicaciones sobre cómo creo que debo decir algo en particular: «Pausa,» «Susurrar,» «Con intensidad,» «Enumerar en voz alta,» etc. Todo esto, para que en el momento mismo de la predicación, no acabe tratando como algo normal un punto que necesita un énfasis particular.
- Comentarios opcionales. En algún que otro caso me viene a la mente una idea que no tuve tiempo de incorporar en el mismo manuscrito, pero que si hay tiempo podría valer la pena incorporar. Hago una nota el margen de la hoja. En otros casos, me doy cuenta de que posiblemente haya en la congregación esa mañana alguien que ha atravesado por algo muy parecido a un punto que mencionaré y, si no la menciono de paso, el resto de la congregación lo extrañará. Lo anoto en el margen, también.
- Copias adicionales. Pueden haber buenas razones para imprimir más de una copia de tu bosquejo o manuscrito. Con frecuencia me veo sacando copias adicionales por algunas de las siguientes razones.
- Copia de seguridad, por si acaso. A lo mejor soy una persona nerviosa, pero no me gustaría que algo le pasara a mi manuscrito y no tuviera una segunda copia a la que podría recurrir si hiciera falta.
- Copia para quien te siga con el PowerPoint. Si alguien me ayuda pasando las diapositivas de PowerPoint, suelo imprimir una copia y señalar los puntos de transición en esa copia para que sepan exactamente el mejor momento de transición. Puede ser una distracción importante para la gente si el predicador está diciendo una cosa, pero el texto sobre la pared dice otra.
- Copia para los sordos, quizás. En alguna ocasión también he sacado una copia para hermanos sordos en la iglesia. Es algo para preguntarles, pero si les interesa tener una copia del bosquejo o manuscrito, puede que eso les haga sentirse más integrados en la congregación.
A tener en cuenta
Cada predicador tendrá sus propias modificaciones preferidas. El asunto principal es saber cuáles son aquellas que más te ayudarán a ti, y dejar el tiempo necesario el sábado o el domingo temprano para realizarlas sin apuros.
Y si no tienes costumbre, todavía, de realizar algunas de estas modificaciones al documento final, anímate a probar algunas. Puede que te ayude mucho a la hora de exponer, porque aumentará tu soltura y el acierto en tu expresión.