Tarea S3: Completar las transiciones y las ilustraciones en los puntos apropiados
Esencia de la tarea
Si todavía hace falta, completar las transiciones y las ilustraciones en los puntos apropiados.
Descripción detallada
Evidentemente, uno puede perfectamente haber redactado todas las transiciones e ilustraciones que requiere el sermón en la tarea anterior. No hay nada obligatorio en esta separación de trabajos.
Sin embargo, la razón por la que las he separado es la de resaltar cada aspecto como merecedor de su propia reflexión y esfuerzo. En este caso concreto, es decir, con el asunto de las transiciones e ilustraciones, quiero destacar lo siguiente:
- Hay veces que no le damos a las transiciones entre secciones importantes del sermón la reflexión y el esmero adecuado. Simplemente asumimos que como aparece un enunciado de nivel 1 en el bosquejo, el oyente sabrá que hemos pasado de un tema principal a otro. Pero esto no se puede dar por sentado. A no ser que lo resaltes con una diapositiva de PowerPoint (o algo parecido) las personas de la audiencia no sabrán necesariamente que has pasado del Punto Principal 1 al Punto Principal 2. De ahí que necesitamos esforzarnos – de manera especial – en nuestras transiciones para que la gente nos pueda seguir.
- Luego, en cuanto a las ilustraciones, posiblemente hayas puesto unos apuntes para un relato ilustrativo que puedes contar con facilidad. Sin embargo, si hay tiempo, puede valer la pena concretar lo que vas a contar para que realmente vibre la ilustración. Un giro de palabras… Un enlace a vocabulario usado en otra parte del sermón… Unas expresiones graciosas que aligeren lo contado.
Para hacer
Vayamos por partes, para que lo que tenemos en mente con esta tarea quede claro.
1. Examina cada uno de tus puntos principales y perfecciona las transiciones entre ellos si hace falta.
¿Llegas bien y de manera lógica y prolija entre el final del punto anterior y el inicio del punto siguiente? ¿El oyente te podrá seguir, sin estar desorientado, entre un punto y el otro? ¿Has incluido lo que podríamos llamar «marcadores verbales» para ayudar al oyente a saber que estás transicionando?
Recuerda que el oyente te sigue a nivel de palabras individuales que se suceden una tras otra. Es un hilo muy fino sobre el que balancear el desarrollo lógico del sermón. Por consiguiente, es absolutamente necesario hacer todo lo posible para que, a nivel verbal, el oyente pueda seguir la lógica del desarrollo y de las transiciones. Unos ejemplos de esto serían:
- Transiciones vocales sencillas, evidentes.
- «Para empezar»
- «Primero»
- «Segundo»
- «Tercero»
- «Finalmente»
- O ampliando, transiciones más explicativas.
- «Ahora que hemos visto que Pedro enfatiza la importancia de entender con claridad quiénes somos como pueblo de Dios, pasamos a una segunda afirmación que tiene ese punto como fundamento necesario. Veamos lo que dice sobre ello en la segunda sección de nuestro texto.»
- «¿Quién se lo hubiera esperado? La verdad que el Apóstol Juan resalta con estas tres perspectivas complementarias cambia toda nuestra manera de pensar sobre el entorno en el que vivimos. ¿Pero a qué debe conducir eso? ¿Qué importancia tiene para nuestra manera de salir del culto esta mañana y entablar nuestra próxima conversación con el vecino? De ahí que, al concluir, quiero que pensemos en algo que quizás se te haya escapado en el texto bíblico hasta el momento…»
Podríamos poner más ejemplos, pero probablemente estos sean suficientes. Lo que toca hacer ahora, si es que no lo has hecho ya, es ir por el bosquejo o manuscrito, examinar cada transición que tienes y ver si son adecuadas o hay que mejorarlas de alguna manera. Es simplemente cuestión de asegurarte de que tus oyentes te podrán seguir en las transiciones importantes del sermón. Esto ayudará muchísimo en su capacidad para comprender con claridad el desarrollo del argumento bíblico.
2. Vuelve sobre las ilustraciones que piensas usar para determinar si se deben completar o mejorar.
¿Están completadas las ilustraciones? ¿Deberías acabarlas, para poder usarlas con fluidez?
Luego, ¿Cada ilustración viene a cuento? Es decir, ¿realmente es una buena ilustración para el punto a enfatizar? ¿Se puede mejorar trabajando la manera de contar el asunto? Muchas veces me he dado cuenta de que la diferencia entre una ilustración que realmente «funciona» y otra que no lo hace, no es la ilustración en sí, sino la manera de hilarla con el argumento que vengo desarrollando. Cambiar la introducción o alguna palabra que usa, hace que su relevancia acabe siendo evidente para el oyente. Básicamente, se trata de «versionar» la ilustración para que encaje de la mejor manera posible con este sermón.
Versionar una ilustración es particularmente importante cuando empleas una ilustración sacada de algún libro o de internet. El asunto es que esa ilustración, por muy buena que pueda ser, probablemente se usó originalmente en otro contexto y para enfatizar otro asunto, aunque haya sido un tema casi idéntico. Si simplemente escoges una ilustración y la metes en tu sermón, sin más, puede que el «desencaje» desoriente en algo a tus oyentes y el punto que pretendías rematar con la ilustración acabe perdiendo fuerza y relevancia.
A tener en cuenta
La noción básica detrás de esta tarea principalmente tiene que ver con conseguir la máxima claridad posible.
Por un lado, que el oyente pueda seguir el argumento global del sermón sin perderse en las transiciones. ¡La estructura presta claridad! Y las transiciones son de capital importancia para establecer la estructura en la mente del oyente.
Por otro lado, que el oyente pueda apreciar, sin ningún desajuste mental, cómo las ilustraciones escogidas realmente apoyan el punto que estás ilustrando en un momento dado. Para ello, es imprescindible escoger las ilustraciones más apropiadas o versionar las ilustraciones para que lo sean.
[Antigua tarea 5: Viernes – Bosquejo: Anotar ilustraciones para cada punto interpretado.]
Esencia de la tarea
Anotar ilustraciones que podrían afianzar la comunicación de cada punto principal del bosquejo.
Descripción detallada
En cierta medida, esta tarea no es más que una extensión de la anterior. Pretende formalizar un aspecto particular de rellenar el bosquejo: a saber, la inclusión de ilustraciones que concreten las conclusiones principales de la predicación.
En mi experiencia, he visto que con frecuencia predicadores con una fuerte convicción sobre la prioridad de la exégesis sana en la exposición bíblica sufren de una cierta ausencia de ilustración. Son muy buenos a la hora de extraer la verdad del original, pero menos comprometidos con realzar esas verdades con ejemplos que las afiancen, las presten relevancia, las aporten claridad o viveza.
Personalmente, he tenido múltiples experiencias en las que, al preparar un sermón, me he dado cuenta de que a una verdad que ya tengo incorporada en el bosquejo o manuscrito, le falta algo. Sé que si predico esa sección del sermón en su estado actual, a la gente le parecerá muy espesa o poco importante. Por consiguiente, me he esforzado unos minutos más por ver si encuentro o desarrollo por mi cuenta alguna manera de ilustrar lo que quiero transmitir. Casi siempre ese esfuerzo adicional me ha valido la pena, y lo sé por los «¡ahas!» que veo en los ojos de los oyentes al concluir esa porción de la predicación y por los comentarios al finalizar el culto.
Por consiguiente, esta tarea nos pide hacer ese esfuerzo adicional. Para ello, quizás lo más importante es contestar la siguiente pregunta. ¿Cómo debo «rematar» la interpretación aplicada de cada punto?
Para hacer
Como mencioné arriba, esta tarea es, en realidad, una extensión de la tarea anterior. Por consiguiente, puede que ya hayas identificado la clase de ilustración que necesitas incluir. De hecho, también es posible, que al preparar tus interpretaciones aplicadas (en la tarea del jueves) ya hayas anotado ideas de posibles ilustraciones a incorporar. Si ese fue el caso, ¡mucho mejor! Si no llegaste a tanto en aquel momento, ahora es el momento de hacerlo.
No tienes por qué necesariamente, en este momento, redactar esa ilustración de manera completa, pero sí, como mínimo, encontrarla para poder dejar una nota en el bosquejo sobre lo que será. Incluso si fueras a encontrar la ilustración perfecta, redactada completamente, en algún recurso, casi nunca se puede introducir sin ninguna modificación en un sermón. Como mínimo, normalmente habrá que ajustar la «moraleja» de la ilustración para que encaje de la mejor manera posible con el punto que pretendes afianzar. Si no lo haces, esa ilustración que escogiste para apoyar un punto determinado acabará pareciendo más como una isla de información aislada que aparece de manera algo inconexa entre lo que quieres afirmar.
A nivel del bosquejo entonces, una vez que hayas identificado la ilustración (anécdota, chiste, ejemplo, cita) que usarás, sería importante, al menos agregar (1) una frase introductoria que de pie a la ilustración, (2) una frase con la esencia de la ilustración, y (3) una frase concluyente que resuma lo que la ilustración aporta al desarrollo del sermón. Más tarde, cuando redactes el bosquejo o manuscrito final podrás completar esta información para que quede perfectamente coordinada con su contexto en el sermón.
A tener en cuenta
A mi juicio, tanto la exégesis sana como la ilustración de lo descubierto son destrezas esenciales. Evidentemente, la primera es mucho más importante que la segunda. Pero una verdad pobremente explicada o ilustrada puede dejar de tener el impacto que merece. De ahí que desarrollar tu capacidad para ilustrar bien y con eficiencia sea de gran importancia.
Evidentemente, lo dicho arriba presupone que uno ha llegado a tener cierta habilidad en lo de ilustrar. Si sientes que todavía hay lugar para crecer en esta destreza, posiblemente algunas de las siguientes ideas te pueden ser de ayuda.
- Estudiar unos artículos o libros sobre el arte de ilustrar. Existen unos recursos muy buenos que pueden orientar y dar muchas ideas prácticas. En la zona de Principios >> Las 3 disciplinas >> ¿Cómo lo presento? hay un artículo que menciona varios recursos que versan sobre esto. Se titula, Homilética: Recursos de orientación y apoyo en Logos. Este puede ser un buen punto de partida para esta clase de profundización.
- Desarrollar una cantera de ilustraciones. Este sería un proyecto a largo plazo. En años anteriores se trataba principalmente de ir almacenando en tarjetas y archivadores todas las ilustraciones que podrían ser de ayuda algún día y facilitar su posterior uso con el desarrollo de un buen índice. Con el advenimiento de la informática, las utilidad de un sistema de este tipo se ha incrementado muchísimo. Uno puede ahora, en un software como el de Logos como en una página web personal crear una biblioteca de ilustraciones etiquetadas de acceso instantáneo.
- Recopilar una serie de libros y recursos en internet a los que acudir con eficiencia. Otras personas también se han implicado en la creación de colecciones de ilustraciones. Algunas de estas colecciones vienen publicadas en libros. Otras están disponibles en internet para consultar libremente, o haciéndose miembro de la página. El software bíblico de Logos también incluye un sistema para agregar y encontrar ilustraciones que se van recopilando en diferentes sitios en internet. El asunto es investigar estas opciones para saber bien cómo funciona cada una y tener a mano una lista breve de aquellas que uno encuentra de mayor utilidad. De esa manera, cuando llega el momento en la preparación del sermón en el que uno necesita echar mano, sin pérdida de tiempo, de la ilustración perfecta sabe exáctamente qué sitio consultar y cómo hacerlo.
- Saber crear la ilustración perfecta «a medida» uno mismo. Finalmente mencionaría que uno de las mejores maneras de ilustrar un punto es ideando algo en el acto que encaje perfectamente. No siempre será posible, pero verdaderamente me sorprende las veces que, con un poco de reflexión decidida, soy capaz de recordar algo de mi propia experiencia que resulta ser justo lo que necesitaba. Luego, con algo de trabajo adicional, soy capaz de adecuarlo con precisión al contexto del sermón y hasta con un vocabulario que hace juegos de palabras. No hay nada mejor, pero cuesta esfuerzo mental y algo de tiempo.