Panorámica 7. Lo prioritario en la etapa exegética (texto)
En las tres disciplinas vitales de toda buena predicación, el cometido especial de la etapa exegética es entender el mensaje original del pasaje. ¿Qué dice? Si no conseguimos eso, cualquier esfuerzo posterior que hagamos en nuestra preparación carecerá de fundamento firme.
Por consiguiente, en nuestra distribución semanal, sugerimos que lunes, martes y miércoles estén dedicados a entender el sentido original del texto bíblico. Pero ¿en qué consiste exactamente el hacer esto de manera acertada semana tras semana?
Si hemos completado nuestra preparación previa, ya contamos con un buen entendimiento global de la razón, propósitos y argumento del libro bíblico en su conjunto. Partiendo de ese trabajo, lo que toca hacer ahora con el pasaje a predicar se puede perfilar con tres objetivos importantes.
- Lunes: Contexto. ¿Cuál es la relación del pasaje que voy a predicar este domingo con el resto del libro? Por consiguiente, el objetivo del día sería: «Situar el pasaje en su contexto histórico y literario.»
- Martes: Contenido. ¿Qué palabras y afirmaciones necesito aclarar para entender lo que el texto quiere decir? El objetivo del día sería: «Determinar el sentido contextual de las palabras usadas en el pasaje.»
- Miércoles: Estructura. ¿De qué manera ha organizado el autor este material para que comunique su argumento? El objetivo del día sería: «Descubrir la manera en que el autor organiza su pensamiento.»
Es evidente que cada uno de estos objetivos es de vital importancia si queremos entender bien el mensaje original del pasaje a predicar. Pero son tan importantes que necesitamos concretarlos de alguna manera. Si no, puede que nuestro esfuerzo produzca menos de lo deseado, principalmente por falta de precisión a la hora de estudiar. Es lo de la carrera espacial y la luna. Nuestros objetivos loables necesitan encarnarse en unas metas cuantificables.
De ahí que, en nuestro proceso semanal, para cada objetivo diario, hemos establecido una meta precisa a cumplir. Quizás prefieras ajustar alguna de estas metas a tu propia forma de trabajar, pero ya te valgas de estas, tal cual, o las matices a tus necesidades particulares, ¡asegúrate de que, en cada caso, el hombre del día llegue a la luna!
- Lunes: Contexto. Si el objetivo del día es: «Situar el pasaje en su contexto histórico y literario,» ¿cómo sabrás cuándo lo has conseguido? Puedes fijar una meta como la siguiente: «Escribir un párrafo que me ayude a explicar la aportación que este pasaje hace al argumento del libro, teniendo en cuenta su relación con la porción anterior y posterior en el texto.» ¿Tienes ese párrafo escrito? ¡Perfecto! Has alcanzado la meta y por consiguiente has cumplido con el objetivo del día.
- Martes: Contenido. Si el objetivo del día es: «Determinar el sentido contextual de las palabras usadas en el pasaje,» ¿cómo sabrás que lo has conseguido? Nuevamente, puedes fijar una meta medible. Por ejemplo, «Para cada palabra importante en el pasaje, redactar una frase que le explique a la congregación lo que esa palabra significa en su uso aquí.»
- Miércoles: Estructura. «Descubrir la manera en que el autor organiza su pensamiento.» ¿Cómo sabrás si lo has descubierto? Acláralo con una meta precisa. Por ejemplo, «Para cada bloque de pensamiento en el pasaje, escribir una oración que resuma la idea básica de lo que quiere comunicar.» Si al terminar el estudio del día tienes sobre papel estas oraciones resumen, has alcanzado la meta. El hombre ha llegado a la luna y no está perdido en el vacío del espacio.
Agregar que, evidentemente, no hay nada mágico ni imperativo en hacer cada una de estas tareas en días diferentes. Si necesitas distribuir el trabajo de otra manera, está bien, siempre que consigas hacer lo importante con integridad. Y se haga como se haga, lo importante es profundizar – de manera cuantificable – en el contexto, el contenido y la estructura de tu pasaje.
Eso sin olvidar, que en el fondo, indagar con cierto esmero en estas cuestiones es simplemente un manera de contestar de forma responsable, como obrero aprobado ante Dios, la pregunta exegética básica: ¿Qué dice?
Y para ello, como mínimo, de la etapa exegética debes salir con una noción muy clara – y escrita – de lo que el autor bíblico quiere transmitir en cada bloque de pensamiento del pasaje. Me es imposible contar las predicaciones que he oído en mi vida que han perdido el rumbo desde el primer momento porque el predicador nunca llegó a descubrir con acierto lo que el autor bíblico quería transmitir a sus lectores originales.
Finalmente, agregar que en un primer momento todo esto puede parecer trabajo extra. Desde luego habrá algo de eso a medida que uno vaya incorporando algunas nuevas actividades a su forma normal de trabajar, pero con el tiempo, llegarán a formar parte eficiente de la rutina de estudio normal. Además, como cada una de estas metas ha sido pensada expresamente para ayudar en el proceso de preparación, verás que porciones de tu sermón ya se están escribiendo por defecto, y eso es muy alentador.