Panorámica 8. Lo prioritario en la etapa hermenéutica (texto)
De las tres disciplinas de la buena predicación, la etapa hermenéutica es la más breve en nuestro proceso semanal. A pesar de ello tiene una importancia especial, dado que esta disciplina sirve de bisagra. Es la que recoge el fruto del trabajo exegético y lo prepara para el trabajo homilético. Y lo hace obligándonos a contestar la pregunta, ¿Qué significa?
Esta es la disciplina que destapa la relevancia contemporánea del mensaje original. Muchos predicadores confiesan que esta es la tarea que les resulta más complicada al preparar un sermón. Tanto es así que en no pocas ocasiones he visto a un predicador explicar un texto con fidelidad e ilustrarlo con creatividad, pero a la hora de resaltar – a consciencia – su relevancia imperante para el oyente moderno, junto con aplicaciones bien meditadas y recetadas, acaba refugiándose en un tímido «que el Señor bendiga su palabra en nuestras vidas.»
Entiendo que la fidelidad a nuestro cometido nos exige más. Nuestra labor nos pide exponer un mensaje dado originalmente a personas en otros tiempos a una audiencia diferente, que vive en tiempos modernos. Por eso es tan importante el trabajo específicamente hermenéutico, que consiste en interpretar.
De ahí que en nuestro proceso semanal aparezca el siguiente objetivo:
- Jueves: Significado. «Entender de qué manera el mensaje original es válido hoy en día, y concretar la idea principal.»
Y al igual que con los objetivos que resaltamos en la etapa exegética, este objetivo también necesita definirse de manera que sepamos con suma claridad lo que tenemos que conseguir a nivel práctico. Especialmente en cuanto a esta disciplina no podemos contentarnos con un objetivo genérico – no cuantificado. Necesitamos una meta tan concreta que si alguien nos lo pidiera, le podríamos mostrar la foto [¡clic!] del hombre en la luna. Por consiguiente, hemos afinado el enfoque del trabajo hermenéutico de la siguiente manera.
- Jueves: Significado. Si el objetivo del día es: «Entender de qué manera el mensaje original es válido hoy en día, y concretar la idea principal,» es importante establecer una meta clara que casi garantice que nuestros oyentes escuchen algo que, en oración, responda a la aplicación de Dios a la situación actual. Por lo tanto, sugerimos lo siguiente como meta: «Tener escrita una interpretación y una aplicación para cada bloque de pensamiento identificado anteriormente en el texto, junto con una expresión memorable de la idea principal que resume el conjunto y que usarás en el sermón.» Y por si acaso no está del todo claro, quiero enfatizar que esto trata tanto de los puntos principales del pasaje, como del pasaje en su conjunto. Como se me decía en mis clases de predicación: «Si merece la pena resaltar un punto, merece la pena aplicarlo.»
Espero que sea evidente cómo el cumplir con esta meta ayudará a afirmar con convicción la relevancia contemporánea del texto que has de exponer. Al mismo tiempo irá aportando contenidos concretos al bosquejo del sermón.
Repetidas veces, mi experiencia ha sido que, esforzándome en esta disciplina y acertando con una interpretación sólida que surge clara y diáfanamente del texto, al pasar a la etapa homilética voy viento en popa, ¡con fuego ardiendo en el corazón! Voy convencido, sin lugar a dudas, de que el mensaje que tengo viene de Dios y hay que predicarlo. Ahora sólo hace falta estructurarlo e ilustrarlo bien, para que llegue con claridad y dinamismo a mis oyentes. Y precisamente a eso pasaremos en la última etapa del proceso semanal.