Esencia de la tarea
Revisar y perfeccionar el manuscrito en todos sus niveles, para que ahora, con la ventaja de una vista global del conjunto, puedas conseguir un bosquejo o manuscrito pulido que goce de una coordinación estructural extraordinaria, un desarrollo dinámico y una expresión memorable.
Descripción detallada
Mi experiencia es que realizar esta tarea muchas veces es lo que separa un sermón bueno de uno superior. No es una tarea absolutamente necesaria. El bosquejo o manuscrito ya está terminado. Podrías subir al púlpito con lo que ya tienes. No pasaría nada, necesariamente.
Sin embargo, cualquier manual de composición nos diría que hay algo diferente e importante en poder editar lo escrito una vez que ya esté completado el borrador. Además, si pensamos que (a nivel humano) la diferencia entre una predicación buena y una excelente puede resultar ser la diferencia entre que un joven rebelde bostece o preste atención, o que una señora mayor decida pasar el resto de sus días viendo telenovelas o apoyando activamente la obra misionera, uno se da cuenta que un esfuerzo más sobre el conjunto entero bien puede merecer la pena.
No quiero imponer, con esto, un sentido de culpa si no dedicamos cada momento libre a la mejora minuciosa de nuestro sermón. Dudo que el Señor nos juzgue por no pulir y pulir y pulir nuestro manuscrito hasta no poder pulir más. Sin embargo, sí quiero afirmar, por mi propia experiencia también, que hay algo diferente en la clase de revisión y perfeccionamiento que uno puede realizar sobre su sermón una vez que está completo. Por consiguiente, si uno se ve con la energía y el tiempo necesario, bien puede valer un esfuerzo adicional.
Para hacer
Cómo mínimo, puede ser muy útil pensar en tres clases de revisión: (1) revisión del argumento, (2) revisión del desarrollo, y (3) revisión del estilo. Detallo cada una de estas a continuación de manera resumida.
1. Revisión del argumento (nivel de bosquejo).
- Mira tu bosquejo de nuevo.
- ¿Su desarrollo es transparente?
- ¿Sigue un orden lógico?
- ¿Cumple eficazmente el objetivo que marcaste para la predicación?
- Si alguien sólo leyera tus puntos principales, ¿sabría exactamente lo que enseña el pasaje?
- En función de este repaso, ajusta, redistribuye, aclara cualquier elemento del bosquejo y la estructura que lo necesite.
2. Revisión del desarrollo (nivel de párrafos).
- Una de las destrezas más interesantes en este punto es la de aprender cuánto tiempo te toma predicar una página de tu manuscrito.
- Concretamente, es controlar lo que se tarda en predicar una página que tenga cierto tamaño de fuente, cierto número de líneas por página, etc.
- Alternativamente existe la posibilidad de controlar el tema con la prestación (de Microsoft Word, p. ej.) que te dice cuántas palabras tiene tu manuscrito y saber que normalmente comunicas cierto número de palabras por minuto.
- ¿Por qué es interesante saber esto?
- Para pulir.
- Algunas de mis predicaciones más dinámicas han resultado de tener un borrador que superaba en 10 minutos el tiempo del que disponía para la predicación.
- Esto me ha obligado a ir por todo el manuscrito haciéndome las siguientes preguntas:
- ¿Dónde me repito?
- ¿Este párrafo es realmente necesario?
- ¿Esta oración avanza el argumento como me parecía en un principio?
- Y aunque nuestro borrador no sea demasiado largo, una revisión general para limar, mejorar o incluso cambiar porciones viene muy bien.
3. Revisión del estilo (nivel de frases).
- La tarea a realizar aquí es mejorar la expresión.
- Al repasar tu manuscrito, mira a ver si no puedes encontrar unas cinco a diez expresiones que carezcan de vida y expresarlas con otras palabras que le den más fuerza.
- Si tienes una herramienta de sinónimos en tu procesador de textos puede ser de ayuda.
- Por ejemplo, en lugar de decir, «muy caliente», di «hirviendo». En vez de «muy interesante», prueba «ingenioso». (Consulta Robinson, p. 190)
- A menudo se escuchan en los sermones frases muy trilladas. Como botón de muestra y para practicar, busca para cada una de las siguientes una metáfora que les dé más fuerza. (Ver Robinson ps. 190-191)
- el hombre sin Dios está perdido
- la salvación es el don más preciado
- el justo por la fe vivirá
- el pecado arruina al hombre
- Dios es soberano
A tener en cuenta
Repito lo que dije arriba. Debemos tener cierto cuidado con no caer víctimas de la idea de que hay que perfeccionar y perfeccionar y perfeccionar. Esa noción hasta podría sugerir que en el fondo pensamos que todo depende de nosotros.
Además, hay otras responsabilidades que tenemos en el ministerio y todo debe mantener el equilibrio apropiado. Mejor, desde luego, sería hacer una visita pastoral a unos miembros de la congregación que invertir esa media hora en la quinta revisión de un manuscrito ya pulido.